Fallecer a tan avanzada edad en un varón es algo normal y esperado, pero la muerte no deja de ser triste. Y más aún de una persona totalmente vitalista, alegre, simpática, humilde y muy amigable. En su caso además no sólo por sus éxitos deportivos ecuestres -ganador de muchas pruebas y GP-, sino por su gran afición que siempre demostró montando hasta los 90 años.
La controversia en este último puntos existía: pues se hablaba del gran riesgo de montar a tanta edad, aunque muchos le defendían (todos le querían). No se puede dejar de pensar que es un país en que se defiende el derecho a poderse quitar la vida (eutanasia); pero se pueda, sin embargo, ver con malos ojos el practicar deporte de riesgo que puede facilitar la muerte pero que es voluntario y elegido por una persona que conserva sus facultades mentales y le hace feliz.
La hípica española está de luto. La tristeza es grande. Las lágrimas caen. En San Sebastián -donde vivía por matrimonio (era oscense)- mucho se le echará de menos, y hasta el río llorará.
Nuestro pésame a su familia y amigos (nosotros lo éramos y admiramos). Qué pena.
“Pichi” Martínez de Albornoz. Foto del blog de Julián Naves Viñas