Las irregularidades que se están cometiendo -perfectamente demostradas- en estas elecciones a elegir presidente de la RFHE son muchas más de las nunca vistas:  Junta Gestora y empleados federativos haciendo campaña por un candidato; coacciones a jueces, jinetes, técnicos; insultos; calumnias... Y también el mayor número de recursos que ha habido.

Así, y sin pasar nada, es más fácil ganar. Pero después, si se gana se tiene que ir a las competiciones y una gran mayoría les verán como personas de una actitud muy sospechosa. Será, como decimos, la mayoría, pues habrá otros satisfechos de la victoria que les puede seguir otorgando prebendas económicas y /o de poder.

¿Compensa ir a las competiciones deportivas cuándo no se ha actuado deportivamente? ¿Compensa seleccionar cuándo se tiene sospechas de ilegalidad? La presunción de inocencia debe existir, pero no se pueden evitar los rumores, las caras de pocos amigos y no ser bien acogidos.

La solución al respecto es ir a las competiciones lo menos posible, porque lo importante es ganar. Hacerse bien o mal, ser conformes al reglamento o no, producir fruto futuro, ya es lo de menos. Lo importante es también el poder y las poltronas. Estamos diciendo/escribiendo lo que no es políticamente correcto. No nos importa.

Todos lo piensan, pero pocos lo dicen. Menos mal que ha habido un jinete de reconocido prestigio que no se ha cortado lo más mínimo criticando en una entrevista muy escuchada la gestión federativa -no de ánimo electoralista-, sobre todo diciendo que su función es servir a los jinetes y propietarios. Mucho le alaba su valentía tan necesaria, y no tener miedo a las represalias, aunque serían difíciles pues sus éxitos los demuestra permanentemente tanto en la competición nacional como en la internacional de mayor nivel. Verdades incontestables.

Será la Asamblea la que decida, pero en gran manera no es representativa de la mayor parte de los federados; no es una Asamblea de representación de los federados sino de apoyo a un candidato.

Las irregularidades vienen desde hace muchos años, y ahora se ha evidenciado que siguen.

El ordeno y mando, y la propaganda del “Aló Presidente”. No es de extrañar en un país en que su gobernante se aplaude a sí mismo al igual que lo hace su guardia pretoriana.